En pleno Centro Histórico de Villavicencio está la calle de las talabarterías, un espacio dedicado a un oficio tradicional que lucha por mantenerse vivo en medio de distintas dinámicas de transformaciones sociales y económicas que avanzan a pasos agigantados. Marroquinera de los Llanos, de la familia Ramírez, es una de las talabarterías que lucha por preservar los saberes de este arte transmitido de generación en generación y dentro de las evoluciones propias de la manufactura actual.«La Marroquinera de los Llanos nace como nombre comercial en 1996, porque se dividió de la talabartería enfocada a la creación de elementos utilizados en actividades ganaderas. (…) y la de línea personal: cinturones, zapatos, bolsos, billeteras y todo lo relacionado con un arte que se fue modernizando», cuenta su propietario Lin Sneider Ramírez.Y es que, si bien las talabarterías tuvieron un valor inicial más ligado a la identidad llanera y a las faenas del campo, ahora, bajo la forma de marroquinerías, han migrado a artículos que, a pesar de que tienen las bases de este oficio más tradicional, así como técnicas propias del mismo, dan como resultado objetos más comerciales.En estos espacios de gravitar entre las raíces y las necesidades actuales del mercado, Lin Sneider Ramírez juega un papel importante en Villavicencio, pues, con su marroquinería, sigue preservando la esencia de trabajar el cuero como lo hacen allí desde 1960, entregando, a su vez, productos con acabados más alineados al uso complementario de la vestimenta citadina.«Ese cambio de la noche a la mañana, (…) eso fue una novedad. Entonces, sin perder el fundamento y el origen de lo que se quería mostrar, el taller siguió funcionando de una forma muy tradicional, porque se ponía toda la sensibilidad en cada artículo que se producía o se reparaba», cuenta.Su posición entonces va más hacía la orilla de abrazar una transformación del patrimonio inmaterial -que las talabarterías representan-, mientras trabaja en un proceso de adaptación a lo de ahora; pues entrega un producto moderno, pero se asegura de mantener la esencia de su oficio tradicional y de resguardar sus bases, casi que, con recelo, mientras lo hace. Lin Sneider y su Marroquinera de los Llanos son memoria viva y como tal, merecen un reconocimiento por luchar, a mano limpia, literalmente, por un espacio en las dinámicas actuales.Mire aquí la cápsula audiovisual. https://fb.watch/lJHapwL5v5/