José Luis María Velásquez ha sido el fontanero del acueducto comunitario del barrio Galán desde el primero de junio de 1986 y está a una semana de retirarse del puesto que ha ocupado durante los últimos 35 años. Su trabajo es el que permite que los 290 hogares o usuarios del acueducto, de un sector alto de la ciudad, reciban el servicio incluso en época de invierno. “Cuando hay invierno el agua se rebota, como en partes también se lleva la tubería y hay que reparar, hay que pedir material, pedir obreros y venir a arreglar”, explica.Algunos de esos arreglos los ha hecho colgado de una canasta que, a su vez, está sujeta a un cable que pende más de 80 metros por encima del suelo. “La canasta la utilizamos cuando se presentan esos daños, va uno y trae la canasta y trae el obrero para que le colabore, le ayude, y cuelgan la canasta y se va. Eso tiene que ir aperado, tiene que llevar todo para no devolverse porque eso es altísimo, allá tiene como 85 metros de alto. Uno que da como un pájaro allá colgado”, dice. De los 35 años de trabajo le han quedado cicatrices de heridas que se ha hecho mientras hacía mantenimientos o reparaciones, la costumbre de caminar todos los días de ida y regreso a la bocatoma del acueducto para verificar que todo esté en orden y un conocimiento específico que se suma a la experiencia.Don Julio Galán, el fundador del barrio, es el primero en agradecer el trabajo de don Luis. “Luis ha sido muy valioso porque se dedica de día y de noche, y cumple una labor muy efectiva porque el acueducto tiene unos sitios demasiado peligrosos”, dice, al tiempo que recuerda que van más de 50 años desde que el acueducto comunitario comenzó a prestar el servicio.“Todos debemos sentirnos muy agradecidos con él y le deseamos que tenga una vida normal de aquí en adelante, pero que cuenta con el agradecimiento de la junta de acá”, agrega don Julio.Para don Luis, por su parte, queda la tranquilidad de haber dado lo mejor en estos 35 años. “Darles las gracias (a los usuarios) que me tuvieron ahí, así como estuve les trabajé, no les falté, siempre les cumplí a ellos con el trabajo”, dice don Luis, que deja atrás una estela de trabajo bien hecho y el aplauso de una comunidad agradecida porque sabe que es el esfuerzo de don Luis el que permite que el agua salga de la llave.